sábado, diciembre 19

La fuga

- Oscar, ¿acaso sabes el susto que me has dado? ¡Toda la mañana quién sabe por dónde! ¡Te estuve buscando por todas partes y no te encontré! ¡Ya no sabía a quién llamar o a quién acudir! ¿Te das cuenta de que te podía haber atropellado un coche? O peor aún: ¿Te imaginas si alguien te llega a secuestrar? ¿Dónde hubiese tenido yo que ir a buscarte? ¿Qué hubiera sido de mí sin ti? ¿Qué te hubiese ocurrido por ahí fuera con la de gente mala que hay suelta? ¡Que no se te ocurra hacerme esto nunca más! ¿Me oyes? ¡Nunca más!
A María se le rompió la voz y acabó su reprimenda entre sollozos desconsolados. Mientras, Oscar, sentado frente a ella, con los oídos y los ojos bien atentos, sin parar de mover la cola, no dejaba de mirar las manos de su ama esperando que le diera de una vez por todas la galletita con sabor a ternera que tanto le gustaba.

Por Víctor Pérez - © 2009 en adelante



















Oscar, el aventurero paciente.


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