lunes, diciembre 28

Menú Gastronómico de Fin de Año

Atento, el Maître observaba cómo esos dos clientes, acaso padre e hijo, disfrutaban del Menú Gastronómico de Fin de Año. La calidad y la variedad del menú especial de su restaurante no eran para menos: de aperitivo tomaron un Rollito de Salmón Ahumado y Piña, Foie-gras Fresco en Tosta y cuatro Ostras Vivas de "Arcade" al Dom Perigon, de primero una Langosta a la Cardinal, con Nido de Taglioni de Pasta Fresca, con un Marqués de Vizhoja Gallego y, de segundo, una Pularda de "Bresse", Asada y Deshuesada, con Relleno de Castañas, acompañada de un Rioja Vega Reserva del 2001. ¡Mucho tiempo debería de pasar antes de que él, con su sueldo de maître, pudiese permitirse una comida de ese nivel! –pensaba, mientras observaba la sala con sus veinte mesas completas.
Ya en los postres -Pastel de Trufas y Mousse de Maracuyá con Frutos Rojos- el mayor de los dos comensales llamó discretamente al Maître:
- ¿Señor? -acudió el Maître, solícito y obsequioso.
- Por favor, me podría decir qué es esto -preguntó el cliente, en voz baja y mascullando las palabras, mostrando con la punta de la cucharita su Pastel de Trufas.
El Maître, intrigado, se fijó en el plato.
- No puede ser, no puede ser -repitió en voz baja una y otra vez: en la muesca de la trufa de chocolate, asomaba su cabecita una cucaracha negra.
La primera intención del Maître fue la de llevarse el plato pero el cliente, autoritario, se lo impidió:
- ¡Ni hablar! Quiero que venga inmediatamente el Chef o el Director -inquirió el cliente en voz baja y entre los dientes, pero con una determinación aplastante.
El joven que le acompañaba, visiblemente indispuesto, tuvo un conato de arcada. El Maître se dirigió a la cocina y tardó algunos minutos en volver:
- Señores, les presentamos nuestras más sinceras disculpas y, en compensación por esta desagradable circunstancia y como atención a su valiosa discreción, les rogamos se consideren nuestros invitados.
- Nuestros abrigos, por favor -pidió el cliente.
Con cara de circunstancias pero silenciosamente, los dos hombres desaparecieron por la puerta del restaurante.
En la cocina, ya con el postre en la mano, el Chef le lanzó de repente un grito al Maître:
- ¡Serás infeliz! ¡Si es una cucaracha de plástico!

Por Víctor Pérez - © 2009 en adelante

Murillo - Chicos comiendo fruta

No hay comentarios: