viernes, agosto 27

Confursaciones...

De regreso del trabajo, se acomodó en su asiento y entornó los ojos para intentar jugar a su juego diario preferido. A su alrededor, como siempre, varias personas hablaban por teléfono. Ese día tuvo suerte:

- Pues sí, el niño no me come nada.
- ¡Eso lo arreglaría yo con un par de sopapos!
- No, si ya lo intenté pero ni así.
- Tú hazme caso: ésos, ¡solo entienden la mano dura!
- Y además, me tose un poco.
- ¡Si no te atreves tú, me planto allí y verás cómo dejará de toserte!
- ¿Lo harías? No sabes cómo te lo agradecería.
- ¡Solo tienes que decirme cuándo!
- ¿Qué tal mañana sábado a mediodía?
- ¡Allí estaré!
- No olvides traerte el estetoscopio. La comida la pongo yo.
- ¡Ya verás cómo ese bellaco dejará de molestarte!

A veces, en los lugares públicos como los trenes de cercanías, la mezcla de conversaciones telefónicas contiguas puede dar pie a pérfidos malentendidos…

Por Víctor Pérez - © 2010 en adelante

Una de las primeras centrales telefónicas, a finales del siglo XIX.